LA POLICÍA DEL PENSAMIENTO: Editorial Cuba Nuestra: semana del 14 al 20 de junio de 2010

Podríamos comenzar hablando de lo mucho y bueno que trae, en su contenido,  esta edición del semanario, que usted visitará, no quepa duda, en http://www.cubanuestra.eu , pero preferimos ir al «grano», a ese que hemos descubierto en la piel de nuestra diáspora; el de La Policía del Pensamiento

Dicen los que la vieron que se paseaba fuera de sus cabales y echando humo, entre las mesas del restaurante Versailles, allí donde se reúne el estado mayor del anticastrismo duro, encarnando ante los ojos de la gente fina; los prejucios, que por décadas estas alimentaron contra marielitos y balseros.


Carlos Estefanía, El Hom bre de Cuba Nuestra, junto al trompetista Arturo Sandoval en el Restaurante Versailles, de Miami

Cuentan los que la escucharon, que andaba mentando madres, sacándose de lo más profundo, aunque le falte el machete, al bayamés que lleva en su alma, retando, provocadoramente, al hombre que piensa diferente, que no acredita su autoridad, a un duelo de bofetadas, tal vez con la vana esperanza, de ver rendido a sus pies al disidente, preguntando, como el niño de la publicidad cubana:¿policía tu eres mi amigo? O quizás tenga que invocar al santo que protegió a Bush del zapato

y recibir los reflejos que le permitan evadir el tortazo, que con suerte, ira a parar al intransigente que achucha al personaje, y es que otra cosa no puede hacer quien sabe de la inconveniencia que implica el enfrentamiento con una dama, aunque sólo lo sea de nombre, no siquiera en la apariencia.

Le dio nombre en la ficción George Orwell, al escribir en el 48, del pasado siglo, mucho antes de que naciera en nuestra tierra y en nuestro exilio, su novela 1984. Y tuvo sus antecedentes en la revolución francesa con su Comité de Seguridad Nacional, en la bolchevique con su Cheka y en la nazi con la GESTAPO.

En nuestra isla se conformó la Policía del Pensamiento a partir de 1959, como un aparato, encargado de detectar, persuadir, presionar y neutralizar a los ciudadanos que piensan con cabeza propia, por tanto proclives a no dejarse embaucar con la propaganda gubernamental, es decir para enfrentarse a lo que Orwell Denominó «crimen de pensamiento», y que en la terminología oficial imperante, se califica de «problemas ideológicos». Es una lástima que en el exterior , en el exilio, haya gente que imiten estos mecanismos.

Frente a ese aparato donde se mezclan de manera indiferenciadas, gendarmes tradicionales, académicos, investigadores, médicos, sociólogos, activistas «políticos», informantes encubiertos, y en general profesionales y asalariados, con todos los recursos de que dispone la poderosa empresa -estado, se enfrenta desarmada la ciudadanía, y dentro de ella la vanguardia que lucha sin otra que la palabra y su inteligencia, es decir la disidencia, esa misma cuyas mentes más lúcidas, se han aglutinado entorno a la ya histórica carta de los 74. Un documento que marca la mayoría de edad del movimiento democrático, y a su vez un especie de batalla de Stalingrado, donde se le propina el más contundente revés a las intransigencias de ambos lados.

Nos referimos en el lado floridano,  a los que enarbolan la consigna de «Con el embargo todo, contra el embargo nada«, marcando a hierro y fugo todo aquel que aparte de ella, será con la hoz y el martillo, como señal de peligro y condena al ostracismo.

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No se cuestionan, por que les está vedado cuestionar, que usan como rasero la medida implementado por John Fitzgerald Kennedy, el mismo que dejó en la estacada a los invasores de Bahía de Cochinos, pacto la no intervención en Cuba, tras la crisis de los misiles; en pocas palabras quien más ha hecho por mantener vivo, con el aislamiento del enfermo, el virus del comunismo. Conclusiones la filial miamiense de Policía del Pensamiento -conectada o no con la de La Habana- trabaja para hacer de nuestros conservadores exiliados, auténticos y ortodoxos Kennedianos.

John F. Kennedy junto a Nikita Khruchchev en 1961. El embargo impuesto por este presidente a Cuba solo sirvó para consolidar el modelo soviético en la isla y convertirla en colonia azucarera de la antigua URSS

La Carta de los 74 en contexto actual, marca la independencia de un movimiento democrático que no solo planta cara a la policía local , sino que no permite que su pensamiento se someta, como si hace el de algunos sesudos analistas de nuestro exilio dentro y fuera de Estados Unidos los dogmas, de un sector paralizado por el tiempo y el envejecimiento y la ruptura generacional,esto por no hablar de una recomposición étnica y clasista que rompe sus esquemas tradicionales.

Hablamos de un sector que, corre a recomponer sus legiones dentro de la isla, mientras que se alimenta fuera de ella, del cada vez más magro alpiste, que en forma de nuevos lacayos, de pasado oscuro y posiciones duras,  le llega de Cuba;  o le siembra la regala la dictadura, precisamente con el fin de mantenerlo embrutecido, enfrentándolo por ejemplo con la iglesia, caundo la acus’an de colaboracionista,  señalándola  por no haber invitado a la disidencia a la X Semana Social Católica, que tuvo lugar en estos días,  sin tomar en cuenta la relevancia de que a dicho evento asistieran un científico social indoblegable, de la talla del catedrático de Economía y Estudios latinoamericanos de la Universidad de Pittsburgh, Carmelo Mesa-Lago, a quien le tenían vetada la entrada a Cuba hasta que el cardenal Jaime Ortega lograra su  visa, toda una victoria para nuestras maniatadas ciencias sociales, que no les conviene ver, ni hacer ver que la Semana Social Católica, en la que participan obispos y delegados de toda la isla junto con académicos y religiosos, ofrece, como declaró el mismo Carmelo Mesa-Lago, en una entrevista con Fernando García, de la Vanguardia; una oportunidad de diálogo que podría reforzar el proceso abierto por el cardenal, sembrando la esperanza en que otros presos políticos sean liberados y se inicie una apertura.

Economía y Sociedad en la Semana Social Católica
Omar Everleny, Carmelo Mesa Lago, Cristina Calvo y Pavel Vidal,
responsables del panel Economía y Sociedad presentado el viernes
18 de junio en el segundo día de trabajo de la X Semana Social
Católica de La Habana. Foto: Palabra Nueva


Por supuesto si fuesen analistas del tipo Mesa-Lago, no inducirían al error de interpretar la diferencia de ideas y opiniones entre las Damas de Blanco o sus ex compañeras, en una estratagema urdida por la seguridad, simpleza con la que también explican o sugieren  quienes tienen todas las papeletas para ser ellos mismos los agentes,  la carta de los 74; una carta que tiene antecedentes en la rebelión que significó, en tiempos de Bush la crítica hecha por opositores como Martha Beatriz Roque Cabellos  y Vladimiro Roca,  a los impedimentos auspiciados por los políticos intransigentes al envío de remesas a Cuba, algo que no solo afectaba al pueblo, sino incluso a la financiación de los sectores de la oposición; apoyados por esa misma intransigencia.

El veneno corre por las venas de nuestro exilio, con ayuda de estos oscuros personajuelos, a los que les basta lanzar cuatro consignas, o tejer cuatro falacias para convencer a medio Miami, como aquella de que no ha cambiado nada en Cuba antes y después de las aperturas que implicaron entre otras cosas el arribo de turismo extranjero. Parecen que olvidan lo brutal de la represión de que en los años sesenta y setenta, y en oposición a ello el surgimiento de un potente movimiento de derechos humanos, de periodistas y bibliotecas independientes y de partidos políticos y por  últimos de blogueros, que si bien perseguidos e ilegales, ha llegado para quedarse gracias a que el mundo puede mirar dentro de la isla como no podía en los tiempos de aislamiento total, ese mismo aislamiento que buscan los intransigentes, a cualquier precio.

Por eso no se ha hecho esperar la respuesta de estos a los 74 y allí donde el régimen no puede crear comiteses que le defiendan o sistemas carcelarios, allí donde terminan los fueros de la policía cubana del pensamiento, han aparecido gente dispuestas a completarle el trabajo, aunque se declaren formalmente «adversarios» del gobierno isleño.

Son los mismos que atacan por la espalda y a  mansalva a los 74 contestatarios, los que les hacen llamadas telefónicas para amedrentarlos, los que a falta de muros, barrotes y rejas, no encuentran otros recurso, contra los bravos firmatarios, que el de calumniarlos como agentes de la seguridad de estado, a la vez que desde las radios de la florida, supuestos periodistas devenidos en comisarios, colocan sin pudor el dedo en la herida e inducen a otros disidentes a que (luego hablarán de unidad) verbalmente agredan y condenen a los 74 hermanos.

En los ataques no habido clemencia ni con el huelguista Guillermo Fariñas, cuyo acto de independencia al firmar el documento, lo ha transformado, de la noche a la mañana de héroe en villano. Si estos son los que nos van a traer la democracia a Cuba, que Dios nos coja confesados.


Carlos Saladrigas, fundador del Grupo de Estudios Cubanos, ha sido acusado por los «Policías de Pensamiento» del exilio de ser el verdadero promotor de la Carta de los 74, algo que el empresario cubano ha refutado. Foto: Carlos M. Estefanía

No es que todos tengamos que estar de acuerdo, con la carta, lo que es ético, es no usar golpes bajos contra los que, no están haciendo política para las gradas en la Florida, sino que están conquistando al pueblo del que la misma policía del pensamiento les aísla, diciéndole a las claras, que no son parte de quienes le instrumentalizan, negando los efectos de un embargo a la economía de su patria, mientras ponen el grito en el cielo, cuando alguien menciona la posibilidad, de aflojar, lo que según ellos no existe.

Y son esos, fraguados en batallitas contra músicos y artistas, los que pretenden enmendarle la plana, desde la otra orilla, a quienes están allá donde las papas queman, dando día a día dan la mejor batalla al régimen totalitario, a esos que atacan en nombre de una unidad, en primer  lugar imposible, cuando son tantas y tan encontradas las razones e intereses de los que se oponen al castrato, segundo que no les importan nada, pues si fuese lo primordial, no se habría atacado de manera tan desleal a quienes con todo el derechos que asisten a los hombres libres de pensamiento, aunque vivan en tierras esclavizada, no se sirve a la unidad injuriando a compañero de causa, se le sirve dialogando, debatiendo contraponiendo ideas, sin intrigas ni falacias.


Desde su el alto mando la Policía del Pensamiento, que aún no puede recuperarse del golpe propinado, por los 74, a los que ya nunca más podrán acusar de «mercenarios» ha recibido el mejor regalo, un comunicado abierto, firmado el jueves 17  de junio de 2010, por 494 opositores, en su inmensa mayoría desconocidos dentro y fuera de Cuba, pidiendo al Congreso de EE.UU. que mantenga las restricciones a los viajes y al comercio que se ejerce sobre el Estado Cubano.

Injusto sería caer en el mismo crimen, de los que identificaron la carta de los 74 como un operativo de la Seguridad del Estado. Ni restarle heroicidad y coraje a los que la firmaron, en particular a quienes tanto represión y maltrato ha sufrido, como son los casos de Jorge Luis García Pérez «Antúnez», Ariel y Guido Sigler Amaya o Reina Luisa Tamayo,  la madre de Orlando Zapata Tamayo. Pero hay una cosa que está clara, no solo con valor se sirve a la patria, si el golpe que no doblegó la carne, logra enfermar el alma, si la inteligencia se deja arrodillar, por el policía malo que apalea, y el bueno, que finge ser amigo, entonces se habrá perdido la batalla ante el totalitarismo, un totalitarismo que no puede vivir con el virus de los 74, pero que se fortalece con la declaración de los 494, quien lo dude que le observe, por mucho menos de lo que se declaró en la segunda carta al  Congreso Norteamericano, 75 cubanos fueron arrestados en el 2003.

Ahora, cuando abiertamente se defiende el mantenimiento del embargo, cuando se da armas a quienes combaten su ablandamiento, el régimen, engaveta su «ley mordaza» y no mueve un dedo, no porque sea menos arbitrario o tolerante, sino porque  con su comunicado, los 494, sirven para desprestigiar ante su pueblo al movimiento democrático.

Naturalmente la culpa no es de los que fueron  instigados a escribir esta carta como respuesta, mas que a la dictadura, a la acción inteligente de sus compañeros de lucha;  envueltos en su dolor, aislados y presumiblemente estimulados  por la misma policía, la culpa es de los que desde la frescura de su aire acondicionado, allá en Florida, intentan modelar una oposición -detestan la palabra disidencia- sin pensamiento propio, ignoran el parecer del pueblo que quedó en la patria, diseñan, estructuran y organizan la estrategias «libertadora»,  que, mire usted la ironía, es la que favorece a la tiranía.

1 comentario

  1. SI,hay comentarios,es muy facil tratar de decidir por los que estan enfrentados diariamente desde las ergastulas en Cuba en contra del mounstro,ellos tenen la palabra y debemos escucharlos y apoyarlos.
    GC

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